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miércoles, 11 de enero de 2017

Perros en Budapest en invierno



El viento fue terrible durante todo el día
Guarecidos unos minutos

Hace un par años ya estuve en Budapest, en primavera. Me encantó y la experiencia me pareció increíble porque todo el mundo me trató fenomenal. Así que me he decidido a ir de nuevo, pero esta vez, en invierno y con mi prima Pizca que no conocía la ciudad. Mi sorpresa ha sido muy grande. No sé si es que las personas que viven en la ciudad no son las mismas en una estación y en otra o si es que el frío no les gusta y están de mal humor… pero el cambio ha sido radical.
De hecho, la mutación ha sido tan grande que no sé ni cómo explicarlo. 

Por ejemplo, en la plaza donde está el Bastión de los Pescadores, hay una especie de bar acristalado. La primera vez que fuimos, mis humanos estuvieron allí tomando algo y a mí me trajeron un gran cuenco de agua con un montón de piropos por lo graciosa que soy… pues esta vez, en el mismo bar, según entramos, la mujer que estaba al otro lado de la barra le preguntó a mi humana muy despectivamente: “¿Qué es eso?”… mi humana que no sabía a qué se refería le preguntó y la especie de bestia parda nos soltó a bocajarro:
“¡Eso son perros! ¡fuera!”… con cara de pasmo, ni nos despedimos, media vuelta y a seguir buscando. Así fue todo el día, cuando no era que no se admitían perros era que el establecimiento estaba lleno, así que la aventura no fue demasiado recomendable. Pasamos muchísimo frío. Sobre todo, mi prima, que es pequeñita y no tiene ni la mitad de pelo que yo.
Cruzar el puente fue toda una proeza. ¡Qué frío!

La primera vez que fui, todo el mundo me acariciaba y les preguntaba a mis humanos cosas sobre mí, me daban chuches y me decían cosas bonitas. Esta vez… la única persona que se acercó a tocarme, fue una señora que luego resultó que era alemana… al menos, y para ser justos, esto fue así en toda la zona turística e incluso en la carretera, en las gasolineras (eso ya sí que no lo entiendo… ¡en las gasolineras!) pero no en toda la ciudad. Tuvimos que andar mucho rato para encontrar personas amables, de las que había encontrado en primavera. Gente que me pareció incluso más agradable desde de todo.

Pasaron muchas horas hasta que conseguimos un lugar donde descansar.
Además, según mi humana, los precios habían subido mucho. No sabría decir… yo nunca pago la cuenta y a mí me llevan mi comida de casa. No sé, salvo contadas excepciones, en general, este viaje no me gustó nada, parecía como si toda la ciudad estuviese enfadada y sí, hacía frío, pero en un lugar así, ya deberían estar acostumbrados a pasar frío, ¿no? En cualquier caso, de momento sólo os puedo recomendar que viajéis cuando hace calor.